En 2017, se consumieron en nuestro país 1.838 millones de kilo de carne fresca, tanto dentro como fuera de los hogares. En concreto, el consumo de carne dentro del hogar representó el 92,3% del total, mientras que el 7,7% correspondió al consumo fuera del hogar.
Como también atestiguan los datos del Informe del consumo de alimentación en España 2017 elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el consumo de carne fresca en los hogares españoles a lo largo del pasado año experimentó un descenso en la demanda del 2,2%, disminuyendo el consumo per cápita en esta modalidad a 36,9 kg por persona y año. En cuanto al consumo de carne fuera del hogar en 2017, las cifras totales alcanzan los 188,9 millones de kilos, con un consumo medio aproximado por persona y año de 5,6 kg.
Si atendemos a los tipos de carnes, también podemos concluir que 2017 no fue un buen año para la carne de vacuno. Así, en el mencionado informe observamos una caída del 4% en el volumen de compra de este producto, siendo el descenso en valor algo más contenido (-1,6%), gracias a que el precio medio de este tipo de carne se situó en 9,42 €/kg incrementándose un 2,5% en comparación con el año anterior. El consumo per cápita de la carne de vacuno durante el pasado año fue de 5,19 kilos por persona y año, un 7,6% menos que en 2016.
Como recuerdan desde la plataforma Carne y Salud, estas cifras se sitúan bastante por debajo de las recomendaciones máximas propuestas por las sociedades científicas. En concreto, un consumidor español ingiere un 42% menos de carne respecto a la cifra límite señalada por dichas organizaciones como saludable, y un 24 % menos de la cantidad máxima recomendada para productos cárnicos en adultos sanos.
Se trata de recomendaciones que hay que enmarcar en el contexto de nuestra dieta mediterránea, en la que la carne y los productos cárnicos juegan un papel importante.
En concreto, la carne de vacuno es rica en proteínas y vitaminas, imprescindibles dentro de una dieta sana y equilibrada. Su consumo aporta fundamentalmente proteínas de alto valor biológico, vitaminas y minerales.
Entre los nutrientes esenciales de la carne de vacuno destacan el hierro, que mejora la formación de la hemoglobina para los glóbulos rojos y previene la anemia nutricional; las proteínas, que participan en el fortalecimiento y reparación de los tejidos, regulan las funciones corporales y forman anticuerpos para luchar contra las infecciones; vitaminas del grupo B, que mantienen las células rojas de la sangre, contribuyen al desarrollo del sistema nervioso, ayudan a la producción del material genético y mejoran la función celular y metabólica; y el zinc, que aporta resistencia a infecciones, ayuda a las hormonas y enzimas y refuerza el desarrollo del sistema inmune.